Por Juan Manuel Fernández Alves
El estado de la educación en Argentina es crítico. Si bien ha existido en las últimas décadas un crecimiento significativo de la cobertura y del acceso a la educación en todos sus niveles (inicial, primario, secundario y superior), atravesamos un grave proceso de estancamiento en cuanto a aprendizajes.
Mucho se habla por estos meses de leyes y pactos económicos, pero poco o nada se habla de un Pacto Educativo que en Conciencia creemos es la base para una sociedad próspera, desarrollada, más cívica y más libre.
Con grandes esfuerzos políticos, humanos y presupuestarios el sistema educativo argentino ha logrado en los últimos 40 años ampliar su cobertura y prácticamente universalizar su acceso.
Cada década, mayor porcentaje de niños, niñas, adolescentes y jóvenes logran acceder, permanecer, egresar y continuar sus estudios. Por citar un dato clarificador: hoy, casi 7 de cada 10 jóvenes de entre 20 y 24 años tiene el secundario completo, pero hace 40 años atrás solamente 3 de cada 10 lo habían finalizado.
Sin embargo, los datos dejan en evidencia, también, la precariedad de los aprendizajes que los estudiantes logran adquirir en sus trayectorias escolares.
Las evaluaciones educativas de los últimos 20 años demuestran que la Argentina se estancó y empeoró en el desempeño escolar: en un mundo cambiante en el que el conocimiento es la llave del desarrollo, los chicos están aprendiendo menos que hace dos décadas.
Un país que se estanca en su desarrollo educativo queda relegado, y no crece como le pasa a la Argentina desde hace una década, dejando a los ciudadanos con menos oportunidades que quienes viven en otras regiones con más y mejor educación.
Las evaluaciones nacionales Aprender 2023 muestran el estancamiento en el nivel de aprendizajes de los estudiantes de sexto grado.
Según los resultados, un 33,6% de los chicos no alcanzó el nivel satisfactorio en lengua y un 48,6% en matemáticas. En 2016, estos porcentajes eran 33,2% y 41,5% respectivamente.
Esto significa que desde hace ocho años, un tercio de los chicos termina la primaria sin conocimientos básicos de lengua y la mitad sin habilidades básicas de matemáticas.
Simultáneamente, miles de jóvenes no logran completar la escuela, una problemática que se intensifica severamente en las poblaciones económicamente más vulnerables, lo que evidencia las fuertes desigualdades impuestas por la situación socioeconómica del hogar en las posibilidades de ejercer el derecho educativo.
Mientras que solo el 37% de los jóvenes de 20 a 22 años pertenecientes a los hogares más vulnerables logró terminar la educación secundaria, ese porcentaje se eleva al 85% entre los sectores de mayores recursos.
¿Qué futuro le espera a un país que hipoteca el capital intelectual de toda una generación y que, encima, le da menos herramientas de progreso a los más pobres? ÿ
Muchas organizaciones de la sociedad civil, además de alertar, actuamos para aportar a la solución, responsabilidad esencial del Estado.
Desde Asociación Conciencia trabajamos diariamente para mitigar estas problemáticas en más de 650 escuelas del país.
A través de becas, tutorías, talleres grupales y comunicación con familias e instituciones, acompañamos a más de 1.000 niños, niñas, adolescentes y jóvenes, tanto urbanos como rurales, para que completen sus estudios secundarios y superiores.
También, con programas de formación ciudadana, logramos que más de 20.000 estudiantes secundarios adquieran habilidades para un ejercicio más crítico y democrático de su ciudadanía.
En formación e inserción laboral, ofrecemos talleres de habilidades sociolaborales, emocionales y técnicas, y prácticas profesionalizantes a 7.525 adolescentes de todo el país, para facilitar su acceso al empleo.
Un informe del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) titulado “Multiplicar Aprendizajes” demuestra que las tutorías remotas son una estrategia eficaz para acelerar los aprendizajes, especialmente entre poblaciones marginadas.
En América Latina, los estudiantes con tutorías remotas aprenden un 30% más rápido que aquellos sin tutorías.
Con tres rondas de ocho semanas, es decir, seis meses, se puede cerrar la brecha de un año de rezago. Esta estrategia es una de las que implementamos en Asociación Conciencia para acompañar a becarios en nivel primario, medio y superior.
Pero con el trabajo de un puñado de organizaciones de la sociedad civil no alcanza. Se necesita algo más.
Los argentinos necesitamos un PACTO EDUCATIVO que ponga sobre la mesa soluciones profundas y duraderas a los problemas que padece el sistema educativo argentino, que ponga en el centro a la escuela, a la comunidad educativa y a los estudiantes.
¿Qué creemos que debería incluir ese pacto?
1- Revisión de la currícula escolar para que los jóvenes tengan las herramientas necesarias para insertarse en el mundo del trabajo y en la educación superior.
2- Mejora de la infraestructura y la conectividad escolar.
3- Promoción de la formación docente.
4- Promoción de la seguridad alimentaria de los alumnos para que estén en condiciones de desarrollar su potencial educativo. ÿ
5- Implementación de nuevos sistemas de evaluación y tutoría de estudiantes para abordar a tiempo las dificultades en el aprendizaje y el abandono escolar.
Sabemos que el camino del diálogo en materia educativa nunca ha sido fácil. Históricamente, a la Argentina le ha costado construir consensos, y en particular en el campo de la educación.
Los debates y los disensos son constitutivos de la democracia y necesarios para su funcionamiento. En una sociedad tan polarizada como lo es la nuestra, debemos lograr que esas disidencias no obstaculicen la construcción de un debate serio, técnico y resolutivo respecto de qué cambios son necesarios para fortalecer al sistema educativo y cómo los llevaremos a cabo.
Hace poco tiempo, los ministros de Educación de todo el país dieron un primer paso en este sentido: el Compromiso Federal por la alfabetización es un inicio importante.
La crisis educativa requiere un debate más amplio: de todos los sectores, de todos los actores, con los chicos y los docentes y escuchando con particular atención a los especialistas.
Estamos convencidos de que la educación es la base del progreso y de una sociedad democrática y libre.
¿Cómo vamos a tener un país con desarrollo, con oportunidades, con ciudadanos libres y una democracia sólida si las nuevas generaciones no están aprendiendo?
Desde hace 40 años nuestro compromiso es con la democracia; en 1982 nuestras fundadoras lucharon para que las urnas salieran de los cuarteles.
La Argentina cambió, el mundo cambió y debemos trabajar para que nuestra democracia esté cada día más sólida.
Sin educación, no hay libertad posible ni progreso, que son parte esencial de la vida en democracia.
Para eso necesitamos un PACTO EDUCATIVO.
(*) – Director ejecutivo de Asociación Conciencia y abogado especializado en derecho público. Especial para NA.